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martes, 2 de julio de 2013

Colombia adolescente


  
La polémica actual, cuyo sujeto es el ex-presidente Álvaro Uribe Vélez y un título otorgado por el canal The History Channel: “El gran colombiano”, y cuyo objeto de uso somos nosotros, a los que se nos ha olvidado recordar o nos hemos quedado cortos para saber que Álvaro Uribe sabe cómo hacer uso de los medios para que no se deje de hablar —así sea mal— de él.

The History, campeón en el registro, avistamiento y descubrimiento de ovnis, ha sido el canal que, de forma apresurada, incluye en  la evolución la aparición de un factor creador alienígena; ha servido como medio que desata la cacareadera del pueblo colombiano que —en su estado de adolescencia— ve tan sólo el aquí y el ahora, un pueblo al que le cuesta reconocerse a sí mismo como joven.

Un canal que pasa por la historia de la humanidad de ladito y la muestra a conveniencia y en cuyos episodios los saltos de la evolución simplemente los llenan con la aparición de alienígenas “que propiciaron esto, que construyeron lo otro”… traicionando así tanto la historia del conocimiento científico como a la historia que ha llevado a la humanidad misma al momento donde está.

Y sí, estamos cacareando, como si le hubieran dado el premio Nobel o el Pulitzer a este sujeto que tan sólo merece que se le mencione como el momento catastrófico para la historia de este país que representó; un hombre que se aprovechó de nuestra intención adolescente de cambiar el mundo, y que supo desde el principio que no sabíamos cómo; así se autodenominó salvador de estas tierras.

Un hombre al cual le debemos que las víctimas de este país estén sometidas a planes de la migaja para hacer que su sufrimiento valga un subsidio; cosa insignificante al lado de lo que las víctimas deberían tener: memoria e identidad. Porque en este mundo del mercado duro hasta las víctimas valen su sufrimiento en oro, sin ser ellas íntegramente recompensadas… Ahí está el sufrimiento: en la bolsa de valores y favoreciendo intereses en los medios de comunicación; está en nuestras escuelas donde la asistencia a clases representa el subsidio de Familias en Acción, y la comida el restaurante escolar.

Nuestra adolescencia como pueblo no llega aún al momento crítico, reflexivo y eficaz. Nuestra efervescencia y calor nos alejan del pensamiento y de la razón, ambas útiles para darle importancia a lo que en realidad nos debería importar: no nuestro disgusto con un horrible gobierno pasado - en cabeza de un hombrecillo- lo que importa aquí es construir nuestra identidad como nación. The History Channel no es ni adolescente ni colombiano, es un alienígena en nuestra historia.