…

sábado, 5 de diciembre de 2015

De “Petit visage”

Un fragmento de algo que escribí un año atrás:

“Es sensato recordar que algo bueno sucedió: con los fluidos del viejo cuerpo surgen unos cuantos gusanos y se han puesto a flote las ratas, siempre ocultas bajo un místico petit visage  -menudo rostro de felicidad, como se dice por estos lares: “dar visaje”. También tengo como pertenencia un cerebro atrofiado y remendado solo para hacer el mal de apostar la otra mejilla”

jueves, 3 de diciembre de 2015

Por qué no, si sí: la necesidad tiene cara de perro

Hace rato, no pasaba a escribir por acá. Uno se hace el pendejo pero como es bien sabido: “la necesidad tiene cara de perro”. Escribir es necesario, ratificar la existencia y lo que se es no tanto (al menos en mi caso, les dejo ese dato aunque para los que medio me conocen: sobra).

Pero de mi relación, buena o mala con la escritura, en tanto que “volver” a poner líneas aquí supone un episodio, no nuevo ni renovador, sino simplemente reconocer que esas líneas se quedaron en esa suerte de lugar donde nadie quiere estar por vergüenza, por deseo o por desgracia: el abandono.

Hasta donde va escrito, nada que voy al punto… Espérenme (si ha sobrevivido) un tantito. ¡Ahora si!

Hablar de necesidades es penoso, tenerlas es muy fácil, desearlas no tanto y crearlas sería inteligente y al final poco práctico; Pensar que se tienen debería ser irrelevante, sin embargo, el pensamiento casi siempre se va por la tangente y queda la acción. No precisamente una película de acción, ojalá fuese así, ni estaría atorada acá para decir lo que se me viene a la cabeza… La acción rimbombante o sutil en la cual imágenes, palabras, frases y hasta movimientos revelan lo que es “necesario” para cada quien. Y como me gustan las aventurillas anoté en mi lista la lectura de la necesidad, de la que todos somos presa, de la que nadie hablar, eso “necesario” reemplazado por palabrejas como “proactivo” “significativo” “hiperactivo” “pasivo” y así, todas cortantes y si se puede decir así: esquematizantes. Y nada que llego a lo que voy, hasta en mi afán de claridad tengo derecho a desviarme un poquito.

Selfie 
Acá todavía no voy a hacer ninguna genealogía del selfie (ese capítulo lo dejo para la tesis de maestría), lo que sí, es que todos los títulitos del post son puras observaciones.
Comercialmente hablando, quisiéramos ver selfies de una diva a diario, atención: diva. Cosa alentadora eso si, poses más o menos sugerentes. Gran estrategia de venta hasta que nos cambien a los galanes o a las divas, de acuerdo a cómo se mueven las “ventas”. Hasta acá bien… en ocasiones hasta puedo disfrutar de ello. Ahora bien, el punto es que casi nos convertimos en bits y en nuestras cortas o prolongadas “bits-citas” no paran de reproducirse, las imágenes del otro medio mismo. ¿Cuál es la necesidad?  La hay vaya uno a saber cuál o cuáles son, eso es pa otro post. Lo que comprendo es lo que representan.

Empatía
Comer o no comer carne, creer o no en dios, adoptar mascotas o despreciarlas, encontrar carcajadas increibles en un meme; tratar de causar “polémica” o pasar inadvertido “stalkeando”; opinar, re- opinar, juzgar, defender, banderear, involucrar, adular y babear (ese es un poco mi caso)… Ojalá se jugara pero eso escasea. La empatía, otra necesidad tan vieja como nosotros pero que pocos reconocen dentro de lo único que el otro es y en lo que uno es. 


Cubrir- Descubrir
Siempre es mejor estar sin atadijos y si hace calor pues empelotarse. En algún mágico momento la necesidad de descubrir se transforma en tapar, encubrir. Una necesidad bastante fomentada por el cristianismo y por consiguiente, nos mueve a mostrar “lo bonito”, lo “apreciable”, lo “deseable”, lo “entrañable” y lo buenos que somos, bla, bla, bla. También está de moda ponerse en el otro extremo hacerse ver como alguien “malvado” Nada de descubrirse como el (pobre) humano que uno es, no. Nada de eso, mostrar lo que otros quieren ver y peor preocuparse al temer por aquello que el otro pensaría que uno es.