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lunes, 10 de enero de 2011

Silence, please...

Y si me va a tocar escuchar por trigésima vez la misma historia, desearía que guardés silencio. Pero ante la imposibilidad de encontrarle, salgo corriendo, esperando a que un carro, un pájaro o cualquier otro sonido me lleve lejos de la misma carreta.

Si uno busca esconderse para no llorar tantas veces por lo mismo, tambien decide callarse para descansar de repetir las mismas frases tontas que no hacen efecto en nadie y que terminan por convertirte en el peor de los villanos... Claro uno trata de ocultarse y  resulta que, finalmente, no se oculta en ningún lado, sigue escuchando la misma voz, a veces en un tono más o menos emocional, con la misma historia de la que no se aprende... 

Maldita historia que se oye cada vez más fuerte hasta llevarlo a uno al máximo hastío, a la ira incontrololable al llanto rutinario, asfixiante e interminable, lo cual conduce, en algunos momentos, hacia un único deseo reventarse la cabeza contra una roca, y que quede tan fragmentada y liviana que ninguna cosa se relacione con las otras y tan sólo capaz de escuchar como el viento y el agua arrastran los pedacitos gastados que sobran de uno.

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